miércoles, 3 de abril de 2013

MI MUNDO BAJO EL AGUA

Leyendas cortas de Sirenas. En el año 558 de nuestra era se capturó en Belfasi Lough (Irlanda del Norte) una sirena, cuya vida había sido insólita. Trescientos años antes fue una muchachita llamada Liban que con toda su familia desapareció bajo las aguas en una inundación. Al cabo de un año de vida en un lago quedó convertida en sirena. Un día que cantaba bajo las ondas se dio a conocer. La oyeron casuasmente un grupo de pescadores que se adentraron a remo en el interior del lago y la prendieron en su roca. Le dieron el nombre de Murgen, que significa «nacida en el mar» y la colocaron en una enorme pecera para que todo el mundo pudiese contemplarla. Se la bautizó y desde el día de su muerte todos la llamaron «Santa Murgen» y le agradecían infinidad de milagros. En 1403 otra sirena se debatía en un bajo fondo cerca Lic Édam, al oeste de Frisia. Según un relato del siglo XVII, acudieron en su ayuda las mujeres del lugar que «la limpiaron quitándole el musgo marino que tenía adherido», jamás pudo aprender a hablar, pero vivió aún 15 años y a su muerte recibió cristiana sepultura en el cementerio de la villa. En la isla sagrada de Iona, frente a las costas de Escocia, vivía un santo muy conocido a quien visitaba diariamente una hermosa sirena. Estaba enamorada de él y quería conseguir a toda costa el alma de que carecen las sirenas. El santo le dijo que para obtener un alma tenía que renunciar al mar. Aquello era imposible, por lo que, desesperada la sirena, se marchó para no volver jamás. Pero sus lágrimas quedaron allí y son hoy los verdes y. bellos guijarros que sólo existen en aquella isla. Las sirenas aparecen en las más remotas leyendas de algunas de las culturas más antiguas. Los filisteos y los babilonios de la Biblia adoraban a dioses con cola de pez. También aparecen sirenas en las monedas fenicias y corintias. Se dice que Alejandro Magno tuvo aventuras amorosas con bellísimas sirenas, cuando exploraba el fondo de los mares en un globo de cristal. El escritor latino Plinio cuenta que un capitán de César Augusto vio en una playa de las Galias muchas sirenas arrojadas por el mar, muertas sobre la arena. Los relatos sobre sirenas, de tradición popular, son con frecuencia patéticos. Las infelices sirenas viven solitarias y en determinadas noches adoptan figura humana para acudir a los festejos del pueblo. A veces un desaprensivo logra apoderarse de su tocado o ceñidor encantados con funestas consecuencias. Sus matrimonios con hombres pocas veces resultan felices. No obstante, en Inglaterra algunas gentes de la costa, especialmente del noroeste de Escocia y de Cornualles, se gloriaban de tener sirenas entre sus antepasados. En Francia, durante la Edad Media, hubo familias distinguidas que «retocaron» sus árboles genealógicos para alegar que descendían de la sirena Melusina, esposa de Raymond, pariente del conde de Poitiers. Pero también estos amores tuvieron un fin trágico. Una de las estipulaciones matrimoniales especificaba que Raymond había de separarse de Muselina los sábados. Durante varios años vivieron felices hasta que Raymond, impulsado por las murmuraciones, espió cierto sábado a su mujer por el ojo de la cerradura cuando tomaba su baño. Melusina se hallaba en el agua y lucía una imponente cola de pez. Al verse descubierta, gritó desesperada y huyó por las celosías. Raymond jamás la volvió a ver, a pesar de que volvía cada noche para dar de mamar a sus hijos. Las nodrizas veían su figura resplandeciente con una cola escamosa azul y blanca, que se cernía sobre las cunas. Algunos marineros procedentes de tierras y mares lejanos, afirmaban con frecuencia haber visto sirenas y “esposas del mar”. En 1717 se publicó en Amsterdam una obra con abundantes ilustraciones sobre la vida marina en los mares indostánicos. En ella se describe con detalle a una “esposa del mar”, Dice así: «Esposa marina: monstruo parecido a una sirena, capturado cerca de la isla de Borneo, en el departamento de Ambione. Medía 1,49 metros de longitud. Vivió cuatro días y siete horas en un recipiente con agua. De vez en cuando lanzaba pequeños chillidos parecidos a los de un ratón. Se negó a comer aun cuando se le dieron pececillos, caracoles, cangrejos, langostas, etc.» Dicha criatura tenía cabello color de alga, piel olivácea y membranas del mismo color entre los dedos. Ceñía el talle con fina franja de pelo anaranjado y bordes azules. Tenía aletas verdes y rostro gris. Una delicada crin de cabellos rosados corría a lo largo de su cola. En el siglo XIV, cierto africano logró salar su vida simulando tener naturaleza de sirena. Fue el rey Chen, cacique de Benín (hoy parte de Nigeria), que quedó paralítico. Según la costumbre de su tribu, los reyes que envejecían y enfermaban eran sentenciados a muerte. Pero el astuto monarca declaró ser la reencarnación de una divinidad de los mares y tener las extremidades del amia, o pez del fango. Con tal excusa no se veía obligado a andar y ocultaba sus piernas. Museo Británico de Londres, una estatua le representa de este modo. Quizás el más pingüe de los negocios, basado en el mito de las sirenas, fue realizado hacia 1830 por un taxidermista de Londres. Disecó una piel horrible que afirmaba haber pertenecido a un ser mitad pez mitad persona. Fue expuesta en un local de Londres y vendida a dos italianos por 10.000 libras esterlinas. Un naturalista de entonces declaró que se trataba de las pieles cosidas de un mono y de un pez. Esta mezcla de mono y pez fue también la base de un tráfico floreciente de sirenas con que algunos pescadores japoneses se lucraron en el siglo pasado. A Europa llegaban numerosos ejemplares para ser exhibidos en circos y ferias. La leyenda de las sirenas se remonta seguramente hasta las civilizaciones primitivas, con sus dioses de cola escamosa. Pero su fundamento parece estar en algunos animales marinos de cierta apariencia humana, que exaltaron la imaginación de los antiguos. El dugong y el manatí, mamíferos marinos tropicales, emergen de las aguas cuando amamantan a sus crías. Ello evoca fácilmente el tema de la sirena que alimenta a su hijo. Él león marino, que vivé en zonas más frías, gusta de tomar el sol sobre las rocas, mientras lanza extraños chillidos. Credulidad, imaginación, falsa apreciación... sea cual fuere su origen, el mito de lo sirena quizá no haya muerto. En 1961 la oficina de turismo de Manx (Gran Bretaña) ofreció un premio a quien trajera del mar una sirena por supuesto, viva y coleando. Las Sirenas eran hijas de Calíope y del río Aqueloo, según la Mitología Griega. Se cuenta que nacieron con la cabeza y el rostro de mujer, el cuerpo de ave, y dotadas de una maravillosa y seductora voz. Tan bellas eran, que se atrevieron a competir con las Musas, y en la pelea, éstas las derrotaron y les arrancaron las plumas. Llenas de vergüenza por la derrota, se retiraron a las costas de Sicilia, donde cambiaron sus alas inservibles por una larga cola de pez. Sus cantos ejercían una atracción tan poderosa, que los marineros dejaban de atender a sus tareas en los barcos, y éstos se estrellaban contra las rocas. Ulises quiso escuchar el maravilloso canto de las Sirenas, pero no deseaba perder a sus hombres ni su barco, así que ordenó taponar con cera los oídos de sus compañeros de viaje, y él se hizo atar al palo mayor del barco, para no saltar al agua en pos de las Sirenas. Se había predicho que las Sirenas morirían cuando un mortal pudiese resistir el embrujo de sus canciones. Según eso, habrían muerto después de que Ulises consiguiera pasar a su lado sin daño. No es cierto. Todos hemos visto Sirenas bellísimas, sentadas sobre una roca al borde del agua, peinando sus largas cabelleras, mientras entonan, con su voz maravillosa, canciones de olas y viajes.

SIRENAS: UN MUNDO DESCONOCIDO

¿EXISTEN REALMENTE LAS SIRENAS? Fantasía, fascinación, mito, leyenda, belleza e historia, todos estos elementos se unen en un ser único llamado desde el origen de la mitología griega simplemente como sirenas. Seres de extraordinaria belleza que navegantes como Cristóbal Colón y John Smith aseguran haber visto en sus travesías. No obstante, vale preguntarse ¿cuáles son los orígenes de este mito y qué son exactamente las sirenas? Y por último ¿A qué se debió tanta confusión y fascinación? Sus orígenes Sus orígenes como hemos dicho se inician en los primeros tiempos de la cultura griega, en este punto vale destacar que lejos de lo que se piensa, las sirenas no eran las jóvenes mujeres mitad pez que actualmente reconocemos sino que eran seres mitad mujer y mitad ave, esto debido quizá a la relación primigenia (que ha perdurado en el tiempo) de la belleza del canto de estos seres con el trinar de las aves. No obstante, con el tiempo, su forma fue mudando y las primeras descripciones de las actuales sirenas tal y como las conocemos las encontramos en el poema épico de Homero, en la Odisea. Homero nos dice: "Encantan a los mortales que se les acercan. ¡Pero es bien loco el que se detiene para escuchar sus cantos! Nunca volverá a ver a su mujer ni a sus hijos, pues con sus voces de lirio las sirenas lo encantan, mientras que la ribera vecina está llena de osamentas blanqueadas y de restos humanos de carnes corrompidas..." Aquí las sirenas obtienen sus dominios en el mar y por supuesto, la fama de encantadores y peligrosos seres para los navegantes y marinos. Las sirenas de Colón y Smith Sin embargo, no debemos viajar 2,800 años en el tiempo para hallar referencia de estos seres, uno de los registros más actuales que se tienen fue el escrito por el navegante italiano, Cristóbal Colón, quien aseguró en 1493 que había visto una sirena frente a las costas de la Florida. Colón afirma: “El día pasado, cuando el Almirante iba a Río del Oro, dijo que vio tres sirenas que salieron bien alto de la mar, pero no eran tan hermosas como las pintan, que en alguna manera tenían forma de hombre en la cara. Dijo que otras veces vio algunas en Guinea, en la costa Manegueta". Como puede verse, el mito de las sirenas, en el siglo XV, aún tenía vigencia tanto como en el siglo XVII, cuando el explorador John Smith, afirmó también haber presenciado a uno de estos bellos seres a punto de sumergirse en las aguas del mar Caribe. Las describió como seres de cabellos largos y verdes, atractivos, que fácilmente podían encandilar a cualquier hombre que las viera. Vestigios de las sirenas Sumado a todo esto, hay navegantes que afirmaron en su tiempo incluso haber capturado a estos seres. En Venecia un escrito de 1432 dice lo siguiente: “El ser capturado esta noche por un grupo de marinos concuerda con las conocidas sirenas, es una mujer de cabellos y ojos negros, sus piernas están cubiertas por duras escamas y terminan en una sola extremidad con forma de cola de pez. No había forma de comunicarse con ella, su rostro mostraba el dolor y la necesidad de volver al agua, intentamos sacar algunas de estas escamas pero sus gritos y los movimientos desesperantes voltearon a los 3 marinos que la sostenían. Esto me conmovió enormemente y decidí regresarla nuevamente al agua." Lógicamente, este extraño hecho, puede ser calificado como fraude, tanto como el supuesto fósil de una sirena enana encontrado en las islas Fiji, que a pesar de la inicial curiosidad que ocupó en el mundo científico no pasó de ser un bien elaborado fraude. ¿Qué pudo ser las sirenas? Fuera de la imagen del ser alado que es muy común en toda mitología del mundo antiguo, la figura de la bella mujer mitad pez, pudo confundirse fácilmente, según muchos, con un Trichechus manatus, es decir, un manatí. Lógicamente, puede sonar en gracia de que un hombre confunda a un manatí con una mujer, pero muchos afirman de que quizá esta confusión se debió a las naturales “urgencias” que podían tener los hombres en alta mar lejos de sus respectivas esposas.

lunes, 18 de julio de 2011

TODO SOBRE LAS SIRENAS VERDADES Y MENTIRAS.

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Las sirenas, verdades y mentiras.

Por lo del imaginario colectivo, y por aquello de las leyendas míticas, queremos creer que las sirenas existen o han existido en realidad. Pero por desgracia, creo que este tema tendrá que seguir formando parte de esos sueños perpetuos de la humanidad. Todos hemos he imaginado alguna vez a esas sirenas intentando engañar con sus cantos a los argonautas de la Odisea y como no, puestos a imaginar, el cine y la mitología se han encargado de que en esos sueños las sirenas sean unos seres de una belleza descomunal. Que salvan a los desvalidos marineros en el último momento para depositarlos con suavidad en las arenas de alguna playa desierta.
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Poco o casi nada conocemos de las profundidades marinas, muchas especies quedan todavía por descubrir y la mayoría de ellas posiblemente nos sorprendan por su morfología y sus características, pero dudo mucho que aparezca algún día una bella Ariel en las redes de algún barco pesquero. En general, estos animalitos de las profundidades se pueden calificar de muchos modos, menos de bellezas descomunales.
No se sabe muy bien cuando comenzó en mito de las sirenas ni porqué, quizás en aquellos siglos en los que el miedo al mar y las leyendas, se propagaban en los mesones ayudadas por las pintas de cerveza negra entre rudos marineros, que no dudaban en asegurar haberlas visto allende los mares, transformando sus paupérrimas travesías en grandes aventuras, quizás para emular aquellos fantásticos viajes de los cuentos épicos griegos.  Los marineros de Colón aseguraban ver sirenas allí donde solo había Manaties y el bestiario nórdico europeo, hacía lo mismo con morsas y mantas marinas.
Hoy en día, la red y la propagación de ciertas obras de artistas plásticos, no ayudan a eliminar el mito si no todo lo contrario. En cientos de sitios se pueden encontrar las imágenes de estos artistas asegurando rotundamente que son el descubrimiento del siglo y que claro, si las sirenas existen, también deben de existir los tritones y las hadas y toda la familia de seres mitológicos. Pero la realidad es mucho más cruda que todo esto, y quizás empujada por nuestro empeño nos regala una enfermedad, la sironomelia, para mostrarnos con total crueldad como son las sirenas de verdad.
Os dejo una muestra de la obra de este genial artista, Juan Cabana. Todas las creaciones están hechas con materiales reales, piel, escamas y dientes de peces y animales. Tras las fotos os dejo un poco más ampliado el tema de la sironomelia.
Tejido por Sinuhé.
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Obra de Juan Cabana y otras imágenes de sirenas.

Estas primers sin duda son las más conocidas. Las famosas sirenas del lago Maracaibo.
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Más sirenas

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Este es un pez manta, tambien tomado por antiguos marineros como sirenas.
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Y ESTAS SON LAS SIRENAS REALES

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La sirenomelia es una enfermedad extremadamente rara. Se produce por la fusión de los miembros inferiores secundaria a un trastorno severo en el desarrollo del blastema caudal axial posterior (en la cuarta semana de desarrollo embrionario), posiblemente debido a una alteración vascular de una rama de la arteria aorta abdominal. Se presenta de forma aislada o asociada a trastornos renales, cardiovasculares, gastrointestinales, respiratorios, neurológicos o genitales, formando parte del síndrome de regresión caudal, sin un patrón hereditario ni base genética demostrada.1-3 Esta insólita malformación se define por la fusión de las extremidades inferiores en mayor o menor grado, remedando así la figura de un pez. Valorada hasta ahora como la forma más severa de la regresión caudal, algunos autores tienden a considerarla independiente al no demostrarse una causa común entre ambas. En nuestro país han sido reportados 3 casos.4-5
Su incidencia varía según distintas fuentes, oscilando entre 1,5 a 4,2 x 100 000 nacidos vivos, con un cociente de sexos (V/H): 2/1. En España, el ECEMC ha registrado entre 1976 y 1989 en 728 368 nacimientos, 7 casos: 1 x 100 000, para situarse en la mediana de las amplias estadísticas mundiales: 0,96 x 100 000.6 La edad media materna es de 30,4 años, y la frecuencia en gemelos monocigotos es muy alta, pues entre el 8 y el 15 % de casos se han dado en ellos. Aunque la concordancia solo se vio en 1 par entre 27.6
La sirenomelia, es incompatible con una vida prolongada debido a las malformaciones asociadas. Ocasionalmente hay excepciones que no asocian agenesia o displasia renal bilateral. Estas, están íntimamente unidas a la sirenomelia: 51 agenesias y 21 displasias bilaterales en las 77 autopsias revisadas por Stocker y Heifetz, y en 7 y 3 respectivamente de las 10 sirenomelias de Stevenson y otros.6
La definición del cuadro viene dada por la fusión de las extremidades inferiores y el grado de estas motivó la clasificación en 3 tipos: “simmelia”, “bipus” o “dipodales” (con dos pies); “uromelia”, “unipus” o “mono podales” (con un pie) y “sirenomelia”, “apus” o “apodales” (sin pies), tal como recogen Andrés Martín y Fernández-Martínez (y sus colaboradores respectivos), en aportaciones a la casuística española.6,7
Su etiología es desconocida, y por ello se han elaborado varias hipótesis: vascular-nutricional, mecánica o defecto mesodérmico (Young, Stevenson, Hoyme)  que actuarían antes de la 4ta semana. La primera, por reducción de la vascularización caudal; la segunda, por compresiones; y la tercera, por defecto de migración (Smith, Källen,1987).6
Se han visto casos aislados tras uso de fármacos en embarazo: difenilhidantoínas, diazepam, ácido nalidíxico, diabetes materna: 2 de los 3 casos publicados por Andrés Martín, estrógenos-progestágenos (anticonceptivos en el inicio de la gestación), radiación, hipovitaminosis, y en una ocasión el hallazgo de un cromosoma extra, bisatelizado y de pequeño tamaño, que bien pudiera ser una forma parcial de trisomía 22 (Jensen y Hansen).6
Las malformaciones asociadas a la sirenomelia, son habitualmente: la agenesia renal o displasias bilaterales, que llevan a una secuencia Potter con oligohidroamnios, hipoplasia pulmonar y cara deformada, anomalías genitales externas e internas, imperforación anal, las cuales resumimos en el anexo, obtenida de la suma de los 80 casos recopilados y publicados por Stocker y los 11 de Stevenson.6 La agenesia de pene es el hecho más inhabitual, pues se registra en solamente el 6,9 % de los varones afectados.
La dilatación de la médula espinal en la región lumbar, probablemente esté en relación causal con las anomalías vertebrales. Es interesante reseñar que en el estudio epidemiológico de malformaciones publicado por Kallen y otros en 1992 sobre la base de datos de 10,1 millones de nacidos, hubo 98 casos de sirenomelia entre las que se registraron 8 atresias esofágicas (no refieren la existencia o no de fístulas a tráquea) y 7 defectos del tubo neural.
La mortalidad o el fallecimiento neonatal precoz es muy alto: 52 y 48 % respectivamente (Stocker) debido a la insuficiencia respiratoria y a la agenesia renal, salvo situaciones excepcionales sin dichas alteraciones como la de la niña referida por Clarke que vivía a los 3 meses con normalidad neurológica, o la de McCoy que sumando onfalocele y mielomeningocele a la sirenomelia, tenía riñones normales.6
El riesgo de repetición es irrelevante, pues no se ha publicado recurrencia familiar y tan solo se han descrito 2 hermanos gemelos concordantes. Se sospecha una causa genética neomutacional dominante autosómica con predisposición masculina, pues en todas las estadísticas son más abundantes los niños que las niñas. Obviamente la malformación no es transmisible al no sobrevivir el afectado. En cualquier caso, se ha de ofrecer el seguimiento ecográfico en eventuales nuevas gestaciones, como se hizo a los padres del niño aquí presentado en el siguiente embarazo, siendo las alteraciones a buscar: oligohidramnios, crecimiento intrauterino retardado, hipomotilidad, anomalías renales, dificultad para visualizar extremidades inferiores, etc., y buscando asimismo malformaciones infrecuentes que se han hallado en pacientes con sirenomelia: ciclopía, anencefalia (Källen y otros en 1992, Palacios y otros, Schawaibold y otros). Por otro lado, es preciso saber que en el 28 % de los pacientes, su madre muestra algún tipo de diabetes ( Winter y Baraitser).6
En la antigüedad, los niños-sirena eran considerados “monstruos”, y como tales eran asesinados o escondidos por su familia. Actualmente este tipo de malformación es fácilmente detectable a través de los ecogramas, y por tanto, pueden evitarse tales nacimientos, decisión recomendada por los médicos tomando en cuenta la posible agenesia (ausencia o desarrollo imperfecto) de otros órganos vitales, que resulta mortal a corto plazo.
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Las sirenas en el siglo XIX

Gracias a mi amiga Mónica (Neogeminis), os dejo una pequeña joya. Son las imagenes de un libro editado en 1870 titulado “Monstruos Marinos”, de un tal A. Landrin. Con las historias de este libro voló la imaginación de mi amiga en su infancia y ha volado la mia al leerlo. Espero que estas letras produzcan en todos vosotros el mismo efecto.
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Transcripción hecha por Mónica

CAP XVI







Las sirenas

Sus diferentes especies – Historia de este mito


Entre todos los mitos que nos ha legado la antigüedad, el más célebre, de seguro, es el de las sirenas. En un principio, muy mal definida entre los griegos, esta concepción mitológica se transforma, toma vida, y a consecuencia de asimilaciones y errores de los marinos sumamente ignorantes de su religión, pasa de los cielos al mar, de la alegoría a la historia natural.

Sin embargo, al principio de la era cristiana, los naturalistas, y Plinio entre ellos, rehúsan dar crédito a los tritones y sirenas y buscan los animales causa de semejantes ilusiones.

Pero la Edad Media tenía harta pasión a las fábulas para descuidar ésta.. Apodérase de ella y aleja todo cuanto podía aclarar la cuestión, y todos los pueblos de occidente se crean una sirena, una ondina.

En Francia es la seraine, en Escocia, la dama blanca, en Alemania, la nix, en Neerlandia la merminne o neek.
Aún hoy en día los pescadores holandeses han conservado esta superstición y a principios de siglo, la clase media de Flandes y de los Países Bajos la aceptaban sin vacilar.

Las sirenas merecen, pues, que nos detengamos algunos momentos y vamos a ocuparnos más detalladamente de cada una de las fases de su historia fabulosa: después describiremos los animales reales que han dado lugar a estos sueños.
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Los griegos y romanos – Oceánidas – Ninfas – Sirenas – Tritones


En la antigua mitología el Océano estaba personificado. Era hijo del cielo y de la tierra, el primero de los Titanes y el único que no tomó parte en la revolución de Saturno.

Como toda divinidad griega, Saturno tiene un origen aéreo: es el Indra de los indios; pero como los arios, habitantes de las elevadas llanuras del Asia, no conocían el mar, no trasladaron a sus descendientes ninguna noción sobre el Océano y sin duda los fenicios fueron los que introdujeron este nuevo culto.

En un diccionario de Hesiodo, muy erudito y que aún no ha visto al luz, debido al sabio M. Andrés Lefevre, hallamos una curiosa descripción del mar, tal como la concebían los antiguos y no queremos pasarla en silencio, a fin de que se pueda apreciar bien la diferencia que aquellos encontraban entre los mares internos y el Océano exterior.

“Las nueve décimas partes de las aguas del Océano, dice Hesiodo, corren por debajo de la tierra a través de la noche, caen en torbellinos de plata en el techo de las ondas, alrededor de la tierra y sobre el vasto envés de los mares (interiores). Una décima parte, solamente, con gran perjuicio de los dioses, se escapa de una piedra elevada y forma el agua de la Estigia, sobre la que juran los inmortales.”

El Océano se casa con su hermana Tethys, que no se debe confundir con su nieta Tetis, madre de Aquiles: tienen numerosos hijos, entre ellos Nereo, Aqueleo, Doris y las Oceánidas, que en número de tres mil poblaron los mares (exteriores), la tierra y las olas.

De la unión de Nereo y su hermana Doris, la de hermosos cabellos, nacieron las Nereidas. Había cincuenta, y cada cual tenía su misión especial. Cymodara recibía las olas, y ayudada por la bella Anfitrite, calmaba la mar embravecida. Muchas de ellas, dice M. Andrés Lefevre, fueron madres de héroes. Así Eaco es hijo de Samoteo, Aquiles de Tetis, Anquises y eneas de Afrodito y por último, los Tritones eran hijos de Anfitrite y Neptuno.

Las Nereidas, o ninfas del Mediterráneo y del Mar Negro, estaban ordinariamente representadas bajo la forma de hermosas doncellas desnudas y semidesnudas. En una pintura de Pompeyo se ve una teniendo una copa en al que da de beber a un monstruo marino.

Después los poetas propagaron al idea de que terminaban, no con piernas de mujer, sino con cola de pescado.
Por fin, los últimos autores romanos pretendían cabellos de color verdegay, es decir verde mar.

El hermano de Nerea y de Doris, Aqueloo, se casó también. Tomó por compañera a la musa de la elocuencia y la poesía lírica, Calíope, que le dio tres hijas, las Sirenas.

Estas tres hijas, Leucosia, Ligea y Partenope, es decir Blanca, Armoniosa y Ojo de Virgen, atrajeron sobre sí el furor de Ceres asistiendo indiferentes al robo de Proserpina, y la diosa, para vengarse, las metamorfoseó en monstruos, mitad mujeres, mitad pájaros.

Las desgraciadas sirenas huyeron desesperadas y se refugiaron en las islas situadas entre Sicilia y la Italia.

Un oráculo fatal las condenaba a morir cuando un hombre pasase delante de ellas sin detenerse; y así era que se esforzaban en atraer al navegante con sus cantos más armoniosos y la música más suave, acompañando y uniendo su voz a los dulces acentos de la lira y de la flauta.

Hacia el año 1265 antes de nuestra era, la flor de los héroes de Grecia, Teseo, Hércules, Orfeo, Jason, Castor, Polux, Esculapio, Lineo, etc se embarcaron en Tesalia. Todo el mundo recordará ahora la expedición de los Argonautas en busca del vellocino de oro; no hablamos de ese viaje sino para apuntar aquí que los navegantes pasaron cerca de las islas que habitaban las Sirenas. Naturalmente ellas se adelantaron para seducirlos, atraerlos y devorarlos; pero Orfeo, alzando luego la voz, las obligó a que se callaran para escuchar entusiasmadas su canto, y dejaron pasar al navío Argos. Sin embargo, no perecieron aún por aquella vez; pero tampoco tiempo después, Ulises, volviendo a Itaca, tuvo al idea de anular los efectos de sus encantos tapando los oídos  de todos sus compañeros con cera y haciéndose atar él mismo al pie del mástil.

Las Sirenas, desesperadas, se arrojaron al mar y fueron metamorfoseadas en rocas. Según varias tradiciones, el cuerpo de una de ellas, Partenope, fue arrojado por las olas al punto donde se hala ahora Nápoles.
Vemos pues, que las sirenas de la antigüedad no se parecían en nada a las pinturas modernas. No fue sino mucho más tarde, y a consecuencia de la ignorancia de los escultores, pintores y novelistas, cuando se confundieron el carácter de las Nereidas y de esos monstruos; amalgamándose el cuerpo, mitad mujeres, mitad pescados, y a los cabellos verdes de las Nereidas, añadieron los talentos musicales y los instintos crueles y pérfidos de las Sirenas, bautizando el todo con el nombre de las últimas…

Plinio no admite ninguna de las dos formas de sirenas. “No creo en las sirenas, dice en su libro sobre las aves: aunque Dinon, padre de Clearco, autor célebre, asegura que existían en la India y que seducían a los hombres con sus cantos a fin de cortarlos en pedazos así que se dormían.”

En otro lugar declara que las sirenas acuáticas son verdaderos pescados que recuerdan vagamente nuestras facciones y que se cogieron varias en las costas de Galia.

Los Tritones, hijos de Neptuno y de la nereida Anfitrite, sufrieron las mismas alteraciones que las Nereidas. En un principio, mirados como hombres marinos, fueron enseguida descritos como monstruos con cola de pescado, con largos cabellos y barbas de color de mar.

Pausanias cuenta que los Tritones habían concebido, no se sabe bien el por qué, un odio contra los habitantes de Tanagria. Éstos, por otra parte, les pagaban en la misma moneda, y más de una vez lograron el triunfo sobre sus enemigos.

Cierto Tritón tenia la costumbre de salir todas las noches de las olas para ir a robar los ganados de los tanagrinos, y todas las tentativas para cogerle y matarle habían sido infructuosas. Ocurrióseles la idea de colocar una noche un gran vaso lleno de vino a la vista de una colina muy escarpada. Así que llegó la noche el Tritón fue a merodear según costumbre, y descubrió el vaso:”-¿qué es esto? – exclamó, y bebió, se emborrachó y enseguida se durmió en la rápida pendiente. Durante su sueño rodó hasta abajo y los tanagrinos acudieron con presteza y se vengaron decapitándole.

Pausanias era más crédulo que Plinio, al describir los Tritones, que decía tenían una cabellera de yerbas(¿) acuáticas, el cuerpo cubierto de escamas pequeñas y duras, oídos detrás de las orejas, una nariz ordinaria, una boca anchamente hendida, dientes como los nuestros, ojos verdes, manos estrechas, semejantes a conchas bivalvas, y las piernas como cola de delfín!

Con tales señas, caro lector, a buen seguro que si alguna vez hallas un Tritón, lo reconoceréis por fuerza.
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CAP XVI


Los mitos análogos en oriente


La tradición de las sirenas, bajo sus dos formas, no pertenece exclusivamente a nuestros países. Bien que menos extendida hállanse también señales de ellas en los orientales.

Por ejemplo, Alkazuin nos señala que los árabes creen que existe una especie de hombres que sin cesar están montando avestruces, con los cuales parecen formar un solo cuerpo: que habitan diferentes islas y devoran a los ahogados que les envían las olas.

Otros monstruos llamados en árabe Abou –Muzaina, es decir padres de la bella, frecuentan los alrededores de Rosette y de Alejandría. Estos animales habitan el mar, pero lo abandonan algunas veces para pasearse por la tierra, varios de ellos juntos. Son semejantes a los hombres velludos y bien conformados.

Un día capturaron unos cientos, pero arrojaron tales gritos que los cazadores compadecidos les dieron libertad.
Otro animal del mismo país se llama el viejo marino. Encuéntrasele cerca de Damasco. Su vista presagia al sirio buena cosecha. Habla una lengua que no se comprende. Su busto tiene una cola.

Cogióse uno que había abandonado las olas y lo casaron (¿). Tuvo un hijo que hablaba indiferentemente la lengua paterna o materna.

El viejo judío (¿) tiene una barba blanca, su pelo es semejante al del buey, su talla es la de una ternera. La noche que precede al sábado se muestra en la superficie del Mediterráneo y permanece hasta el sábado por al noche saltando, sumergiéndose, jugando y siguiendo a los buques.

Un autor árabe, cuyo nombre parece raro a nuestro oído, Ibnola – Bialsaths, afirma que en su tiempo los marinos pescaban frecuentemente en los mares de Grecia doncellas acuáticas, de color moreno y ojos negros, que hablaban un lenguaje ininteligible y soltaban sonoras carcajadas. Después de haberlas acariciado los marineros las arrojaban al agua. Esto nos recuerda una anécdota divertida, que uno de nuestros parientes, un flamenco M.F. Beasens, que llevó a cabo algunas expediciones a bordo de un buque belga, nos ha contado, y que sabía por boca del segundo de su buque. Pásase en el mismo punto, y le cedo la palabra.

“Era en Alejandría sobre el río; a causa del naufragio del bergantín belga Virgen María, mi segundo servía (hace de esto 25 años) a bordo de un buque griego.

Los marineros griegos se hallaban un día de buen humor: habían cogido y llevado a bordo una sirena.

Era un animal que tenía la parte superior del cuerpo como mujer, cabellos como la estopa, o poco menos, brazos parecidos a los nuestros, suponiendo que los hubieran cortado por encima del codo; la parte baja del cuerpo de este animal tenía la forma de la cola de un pescado; pero cuando se hallaba solo en el puente o creía estar solo, esta cola se dividía en un sinnúmero de patas pequeñas, con las cuales marchaba muy derecho.

El segundo hubiera deseado muchísimo conservar la sirena, pero al día siguiente los griegos aún de mejor humor (esta vez estaban completamente borrachos) cogen unas estacas y se ponen a apalear a la sirena como un verdadero pescado seco.

El pobre animal exhalaba quejidos como si hubiese sido un niño. Después de haberle zurrado en regla cocieron y se comieron a la desgraciada sirena.”


Las sirenas de la edad media


En la Edad Media complacíanse los autores en citar todos los ejemplos de encuentros con sirenas, o, como decían entonces, sereines.

Notemos de paso que de esta palabra se deriva el nombre de serín (canario) que les pusieron a causa de su canto.
Teodoro de Gaza vio en el Peloponeso varias sirenas varadas en la arena. Echó una al agua, la cual se escapó en seguida.
Jorge de Trebizonda distinguió en alta mar una mujer que salía del agua hasta la cintura y que se sumergía de cuando en cuando.

Julio Escalígero había oído a dos de los criados de su padre asegurar que cada cual había hallado un tritón. Otro individuo, Constantino Paleocapo, le hizo un relato semejante.

Un valenciano, Valerio Teseiro, le contó que habiendo cogido un tritón en España, se le arrojó al agua a instancias del embajador.

Gillius sostiene que en Dalmacia se cogen hombres marinos cuya piel es tan dura que se hacen con ellas suelas de zapatos muy sólidas.

Podríamos continuar así durante 50 páginas. Como s eve, estos son asertos sin ningún interés científico, porque no hay uno que se halle acompañado de una descripción.

Nuestros antepasados se contentaban con menos, pues estas alegaciones les bastaban sin tratar de comprobarlas.
En eso fundaban toda clase de preceptos al uso de los marinos.

Para desembarazarse de la sirenas, es menester, según Vicente de Beauvais, arrojar al mar botellas vacías: las sirenas se entretienen en correr tras ellas y entretanto uno se escapa.

Más vale aún evitar el oírlas, y para esto se deben estopar los oídos lo mismo que se tapa una abertura en un buque.
Los poetas no podían menos que celebrarlas.

Aún iban más lejos; afirmaban, según Hesiodo, que vivían 291.600 años, ni un día más ni un día menos!

El primer buque inglés que se dio a la vela para intentar el paso a la India, a la tierra fantástica de Cathay, fue la Buena Esperanza, que partió en 1522. Cabot, gran piloto, redactó instrucciones muy curiosas para este viaje.

Encarga hacer por la mañana y tarde dos plegarias públicamente: proscribe rigurosamente todas las invenciones del diablo, como los dados, las cartas, las damas, etc; al lado de estos artículos hay algunos de una moralidad un poco dudosa: por ejemplo ordena “atraer a bordo a todos los indígenas de tierras extranjeras y emborracharlos con vino y cerveza, para llegar a conocer los secretos d e su corazón”. La instrucción acaba con una recomendación a todos los viajeros: “de precaverse bien de todos los artificios de ciertas criaturas que, con la cabeza de hombre y la cola de pescado, nadan armadas de arco y flechas en las ensenadas y bahías, y viven de la carne humana”.

En la Cronique islandaise, escrita en 1215 por Storlaformus, se habla de dos monstruos que se describen también, cosa rara a la sazón, con bastante cuidado. El primero fue llamado por los noruegos Haffstramb y le vieron de la cintura para arriba fuera del agua:”es semejante a un hombre en el cuello, la cabeza, el rostro, la nariz y la boca: la única diferencia consistía en que la cabeza era extremadamente elevada y puntiaguda en la coronilla. Era ancho de hombros y en sus extremos dos troncos de brazos sin manos. El cuerpo estaba adelgazado en su extremidad inferior, y jamás se pudo ver cómo se hallaba formado debajo de la cintura. Su mirada era fría como el hielo. Ha habido grandes tormentas siempre que ese fantasma ha aparecido en el agua”. El segundo monstruo fue llamado Masguguer. “Estaba formado hasta la cintura como el cuerpo de una mujer. Tenía abultados pechos, el cabello suelto, grandes manos al extremo del tronco de sus brazos y largos dedos unidos entre sí como lo están las patas de un pato. Se le ha visto con un pescado en su mano comiéndolo: este fantasma anunciaba siempre alguna gran tormenta. Si el fantasma se sumergía en ele agua con el rostro vuelto hacia los marineros, era signo de que no naufragarían; si les volvía la espalda estaban perdidos.

El Haffstramb era evidentemente la foca que se ha designado después bajo el nombre de pescado obispo, a causa de la forma puntiaguda de su cabeza, que se ha comparado con una mitra.

Sin embargo, en aquella época, los autores no se hallaban acordes sobre la creencia que debían acordar a ese mito.
Los más serios decían con el célebre enciclopedista Brunetto Letini, que las sirenas eran seres simbólicos, cuya historia recordaba sin duda las tristes victorias de tres “meretrices” o “locas mujeres” o bien hacía alusión a serpientes blancas muy venenosas “que se llamaban así en Arabia”.

Pero otros, como Schott admiten y reproducen el retrato de los tritones.
Ninguno, sin embargo, sospecha la verdad, es decir la identidad de esos monstruos y de las focas.

Sobre todo en los Bestiarios es donde se halla el resumen de las creencias de esta época.

Todo el mundo sabe lo que se llamaba Bestiario: era una colección de anécdotas sacadas de la vida de los animales, de bestes, y dispuestas de tal manera que todas las anécdotas se encadenaban. El autor podía hacer así una serie de razonamientos con apoyo de cualquier tema, apoyando cada uno de ellos sobre un hecho admitido.

Por ejemplo, El bestiario divino de Guillaume, pasante de la Picardía, es una serie de reflexiones morales y religiosas, apoyada en ejemplos sacados de la vida de los animales: la sirena seduce, luego mata: luego debe resistirse  a las seducciones mundanas que ocultan siempre grandes males, etc.

El Bestiario de Amor por Ricardo de Fournival salió en 1250: el autor trata de probar a una dama, contándole mil historietas, que debe corresponder a su llama. Esta obra adquirió una gran popularidad a juzgar por el número de manuscritos que nos han quedado. Va seguido de la Respuesta de la Dama, en la que ésta reprueba todos los razonamientos de su pretendiente. Fournival describe así la sirena: “Así sucede a aquel a quien la sirena mata cuando le ha adormecido con su canto, pues hay tres especies de sirenas: dos de ellas son mitad mujeres mitad peces, y la tercera, mitad mujer mitad pájaro. Cantan las tres juntas: las unas con buisinas (flautas de dos agujeros), las otras con arpas y las terceras con voz clara.”

“Así como, continúa, me habéis seducido con vuestros encantos, vendiéndome enseguida traidoramente al rechazar mi amor.”

Pero la dama saca una conclusión completamente diferente. “Las sirenas, dice, son engañadoras, así no me adormiré con vuestras palabras, como los hombres con su canto, pues señor dueño, si me fiara de sus discursos bien pronto perecería…”







CAP XVI






Los viajeros y las sirenas americanas e indias



Concíbese que los marinos que partían a un largo viaje embebidos en tales ideas no podían dejar de ver por todas partes las sirenas. Lo cual no dejaba de suceder.

Cristóbal Colón, navegando cerca de Santo Domingo, encontró tres sirenas que bailaban en el agua. Estaban mudas y le parecieron bastante feas, y halló que tenían el aire triste y que parecían echar de menos la Grecia. Hoy día en ese mismo pasaje pululan los manatíes, que los indígenas llamaban pez – mujer, y de los que nos ocuparemos más adelante. En Vinagra (islas orientales) dáse el mismo nombre a los dudongos.

Los colonos pobres brasileños, los que pertenecen a las clases menos elevadas de la sociedad, están muy lejos de haber renunciado a los ensueños de sus antepasados a propósito de los países de la leyenda. Creen aún que en el centro de América debe hallarse un gran lago que encierra tesoros inmensos y que este lago está guardado por una sirena llamada maidas aguas.

El capitán inglés John Smith hacía la travesía de América en 1614, y se hallaba cerca del nuevo continente cuando vió, nadando graciosamente, una mujer de hermosísimos ojos, grandes y expresivos, bien que un poco redondos, la nariz y las orejas bastante bien formadas y el cabello largo y verde. El capitán empezó a enamorarse cuando desgraciadamente dio un salto que dejó ver a su admirador desconcertado, una doble cola de pescado.

Abelinus ha dado, y M. Kastner reproducido, el dibujo de un hombre marino que había sido cogido por los consejeros del rey de Dinamarca, yendo en 1619 de Noruega a Copenhague. Encontrósele llevando un haz de yerba sobre la cabeza y se apoderaron de él. Pero apenas se vio sobre el puente se puso a hablar el danés más puro, amenazando con el naufragio si se le detenía prisionero. Los marineros, asustados, se apresuraron a soltar su presa, que sin duda no era ni más ni menos que un desgraciado pescador.

El mar Indio era una de las residencias de preferencia de estos hombres pescados, y las colonias holandesas en particular. Dimas – Bosque paseándose por la playa, en Manara, con un jesuita, vió a unos pescadores que le enseñaron 16 tritones y nereidas de doble cola y brazos cortos. El holandés obtuvo uno de esos animales, que envió a la Haya, donde aún se halla.

Lo que más asombra es ver estas fábulas perpetuarse en los libros que pasan por científicos casi hasta nuestros días.
En 1718, Ruysch representaba en su historia natural pescados antropomorfos, u hombres marinos.

En fin, para acabar por el más curioso, en una colección publicada por Van del Stell, gobernador de Amboine, en Ámsterdam, bajo el título de Pescados extraordinarios de las Molucas, puede admirarse una sirena dibujada por Samuel Fallours: al pie se hallan estas palabras:
“monstruo semejante a una sirena, cogido en la isla de Borneo o Baren, en le departamento de Amboine. Tenía 59 puladas de largo y era grueso a proporción como una anguila. Ha vivido en tierra, en una cuba llena de agua, cuatro días y siete horas. Exhalaba de cuando en cuando chillidos como los de un ratón. No quería comer nada, por más que se le ofrecían pescadillos, conchas, cangrejos, etc. Así que murió halláronse excrementos semejantes  a los del gato”.

Al frente del volumen hay impresos certificados “para prevenir la incredulidad de ciertas personas”.

Era 1718, hace un siglo y 25 años, cuando se daban así los retratos de las sirenas, retratos del original.

Pero no es eso todo, y más recientemente, hacia 1735, el sabio Maillet reunía numerosas tradiciones sobre las sirenas, y no solamente sostenía su existencia, sino que pretendía que constituían la raza primitiva de los hombres.







Las supersticiones alemanas y holandesas sobre las sirenas, nix o merminnes



En Alemania, en Holanda, los aldeanos cuentan aún, en las largas veladas de invierno, historias de sirenas. Más de uno las ha visto y se ha escapado asombrado de terror. Algunos hasta las han oído hablar.  Por nuestra parte hemos conocido holandeses que se asombran, y no poco, al ver que tratamos de fábulas todo lo que se dice sobre las mujeres marinas y sus predicciones.

En Alemania la sirena se llama nix. Hay nix hembras y machos. Son genios malhechores que se complacen al inducir al hombre al suicidio, y se dice proverbialmente de aquellos que se han ahogado: “El nix lo ha llevado hacia sí”.
Los nix no son inmortales, pero están condenados, en expiación de alguna falta muy antigua, a sufrir mucho y largo tiempo. Se añade, sin embargo, que si su conducta es ejemplar, Dios acaba por perdonarlos. Un día, dice una leyenda, los hijos de un pastor protestante que jugaban a orillas de un río vieron un nix que cantaba y tocaba un instrumento. Crueles como todos los muchachos se adelantaron y reprendieron en cara su música, diciéndole que era un réprobo, un condenado, y que mejor haría en llorar sus faltas.
El pobre nix, sorprendido y desolado,, rompió a llorar, y sus jóvenes verdugos, encantados con el éxito de su elocuencia, se volvieron bien presto a contar  a su padre todo lo que acababa de pasar. Pero éste les respondió: “Habéis pecado: volved en seguida y consolad al afligido”

Los niños regresaron junto al nix, y desde que lo vieron a una gran distancia empezaron a gritar: “Nix, no llores, nuestro padre nos ha dicho que hay un señor para ti como para nosotros, y que tus pecados te serán redimidos!” En seguida el nix enjugó sus lágrimas y jugó con ellos todo el día.

Cuéntase también que un joven, habiendo capturado una nix al bañarse, se enamoró de ella y se casó. Pero siempre que le preguntaba acerca de su origen rehusaba responderle. Un día, acosado por sus amigos, resolvió obligarla a explicarse. Con la espada desnuda en la mano se acercó a interrogarla a lo cual la nix exclamó: “Si me pierdes para siempre, no culpes a nadie sino a ti” y se lanzó en una corriente de agua, donde desapareció para siempre.

Los holandeses y los belgas llaman a la sirena neck, mermaids o merminne. Muchas veces las han cogido vivas.
En 1430, después de una inundación, unas jóvenes de Edam (Holanda) yendo en barco a buscar unas vacas a Parmesonda, hallaron una mujer medio enterrada en el fango: cogiéronla, laváronla, y la llevaron a su aldea para vestirla. Aprendió fácilmente a hilar, a vestirse, a persignarse, pero ni los habitantes de la localidad, ni los sabios de Harlem que acudieron expresamente, pudieron hacerla hablar. Para nosotros probablemente sería alguna sordo – muda abandonada, pero entonces prefirieron ver en ella una sirena.

Los frisones dicen que no existen más que siete merminnes, es decir, hijas del mar, y que cuando un navegante, enamorado de su estado, se encomienda a ellas, no debe nunca, bajo pena de muerte, abandonar el mar. Y en prueba de ello, un marino que se hallaba en este caso, habiendo querido renunciar a la navegación y casarse, acudieron la primera noche de la boda, le llamaron y le arrastraron a las olas.

En general son seres serviciales que se interesan mucho por una casa, pero sumamente susceptibles. Así, uno de estos tritones, llamado Flerus, que se había encargado de los trabajos caseros en una granja cerca de Ostende, abandonó un día la casa, con gran disgusto de los labradores, porque le habían echado un ajo en la leche!. El hecho es que si el neck era goloso debió hallar su almuerzo detestable.

El principal afán de las sirenas en las leyendas de los Países Bajos, es desempeñar el papel de profetisas. Cada país tiene sus tradiciones respecto a este particular, y no sería preciso burlarse de ellas.
Los balleneros de Amberes pretenden, o, más bien pretendían, (pues hoy en día Amberes ya no arma para la pesca de cetáceos), que cuando llegaban a parajes frecuentados por sus víctimas, una sirena que nadaba sin cesar delante de su buque se detenía y cantaba.

“Aprestad pescadores, las barricas
Que la ballena se encamina aquí”.

Muiden es una ciudad sumamente antigua, y sin embargo ha permanecido siempre bien pequeña. Consiste en que la suerte se ha mezclado y en que una merminne ha cantado con voz severa:

“Muiden será siempre Muiden
Nunca debe prosperar”

Cuando se recorren los Países Bajos un eterno objeto de asombro es la posición precaria de todos los pueblos construidos en los polders. Sabido es que se llama así  a los terrenos situados bajo el nivel del mar, Atraviésanlos canales y el agua corre entre los diques de varios metros de elevación sobre el nivel de la pradera. No lejos de Dordrecht, en medio de polders de una gran fertilidad y comparables solamente a los pastos Normandía, se eleva la pequeña ciudad de Zovenbergen.
Si os asombrais al ver que las casas de Zoverbergen son completamente nuevas, si teneis curiosidad de conocer la historia de este país, id a buscar el burgomaestre y él os contará que su padre había visto el país enteramente cubierto de agua, que solamente un cimborio de una torre formaba como un islote en medio de la tranquila balsa. Después ha sido cuando se ha hecho desecar la comarca.
En otro tiempo, Zovenbergen era una plaza fortifcada: sus murallas estaban rodeadas de torres, y una de ellas se llamaba torre de Lobbekens . Los habitantes eran ricos y poderosos, pero disipados e irreligiosos.
Un día aparecieron dos sirenas y declamaron este dístico con voz triste:

“Zovenbergen perecerá
Y la torre de Lobbekens quedará”

A pesar de esta advertencia, los habitantes no se corrigieron.
El 18 de noviembre un violento huracán del noroeste arrojó con tal furia las aguas contra los diques que cedieron.
Setenta y dos poblaciones fueron inundadas, entre ellas Zovenbergen, cuya torre fue la única que dominó las olas. Así fue como se cumplió la profecía.
LOS ANIMALESLOS TUN HORMIGUERO AL DESCUBIERTOUNA DE